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Dr.
Freddy Pacheco Mientras se discute sobre la conveniencia o no de ampliar un parque nacional o establecer un refugio mixto de vida silvestre, las tortugas baulas siguen el camino, aparentemente inexorable, de la extinción. Mientras se discute si se trata de un asunto que ha de ser tratado por diputados, regidores, vecinos, un ministerio o una fundación, se acelera la desaparición de las baulas. Mientras se habla de leyes o planes reguladores, cual si se tratara de un problema que puede esperar por su solución, cada vez se hace más inminente la catástrofe ambiental que se vislumbra a corto plazo. Mientras no se tome conciencia que se tiene la responsabilidad de salvar, para el presente y el futuro, a un organismo que ha sobrevivido por 100 millones de años el efecto de cataclismos geológicos, impactos de meteoritos y cambio climáticos inimaginables, se seguirá cumpliendo (¡a cabalidad!) el papel destructor que el hombre está infringiendo a esas maravillosas tortugas marinas.Mientras se siga especulando acerca de la necesidad de invertir cuantiosas sumas de dinero para la compra de terrenos cercanos a las playas de anidamiento, dejando de lado las más importantes causas de su desaparición, seremos testigos (¡y cómplices!) de su criminal desaparición.Mientras el asunto se siga viendo como un ejercicio teórico, donde los expertos discuten o dialogan cual si estuvieran ante una ponencia académica, seguirán llegando cada vez menos baulas a desovar a Playa Grande y otras playas del Pacífico latinoamericano. Más allá de las buenas intenciones que pudieren tener todas las personas que manifiestan interés en su supervivencia, lo cierto es que el tiempo se acaba, se agota, y luego será imposible reponerlo. Para los representantes de decenas de organizaciones que claman por una moratoria para la pesca con palangres (prioritariamente) que regule la pesca industrial practicada en las áreas correspondientes a las rutas de migración de estas tortugas, ese tipo de pesca constituye la principal amenaza para las baulas del Pacífico. Lo mismo nos dicen los doctores Frank Paladino y James Spotila, cuando afirman que para salvar estas tortugas, es necesaria una acción inmediata dirigida a minimizar su mortalidad provocada por la pesca. Y lo dicen así pues, gracias a sus estudios bioestadísticos hechos por muchos años en Playa Grande, es claro para ellos que esa mortalidad insostenible exhibida por individuos adultos, "producto aparentemente de la actividad pesquera de los humanos, conducirá muy pronto hacia la extinción a esta población ". No basta pues con darle debida protección a las playas en que anidan estos invaluables animales, como se hace, desde hace unos 15 años, en el área del Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste. Por ello, tienen razón Paladino y Spotila cuando sentencian que "Aún con una protección total de las playas, cualquier población experimentando esas tasas de mortalidad de adultos no puede sobrevivir por más de unos cuantos años". Historia que se repite en las playas mexicanas que antes eran de gran importancia para esas mismas tortugas del Pacífico, y que hoy ven disminuir, año con año y muy aceleradamente, el número de hembras que llegan a desovar. En fin, para salvarlas, se han de cerrar las áreas de pesca donde se congregan dichas tortugas y prohibir las artes de pesca que las están exterminando, como muy bien dice Spotila (ENN, junio de 2000). Argumento compartido por el activista de Greenpeace México, Juan Carlos Cantú, quien reclama (en febrero de 2002) el hecho de que "Aún cuando se conoce desde hace años que las tortugas laúd (o baulas) de México son víctimas de las pesquerías en otros países, las autoridades mexicanas no han hecho nada para establecer una acción internacional que pueda remediar la crítica situación de esta especie." Necesitamos, tanto en México como en Costa Rica, que nuestras autoridades gubernamentales usen los medios diplomáticos de presión ante los gobiernos de Chile y Perú, para que detengan la masacre que provocan sus pesqueros tanto en aguas nacionales como internacionales. Asimismo, es imprescindible que los grupos ambientalistas aceleren, urgentemente, las acciones internacionales que conduzcan hacia una moratoria efectiva de la pesca industrial que está acabando con la especie. Por otro lado, se necesita reafirmar la protección de los sitios de anidación para que no se agrave el problema. Para ello, aspiramos a que la Municipalidad de Santa Cruz, haciendo uso de sus prerrogativas y facultades, impulse y dirija la elaboración de un plan regulador específico y obligatorio, que tenga como meta una mayor protección de las áreas de anidación ubicadas en playas de su cantón. En fin, para no ser responsables directos del desastre ambiental que significaría la desaparición de ese gran reptil marino, se ha actuar consecuentemente con la realidad y urgentemente, dejando de lado intereses particulares que, aunque bien intencionados, parecen equivocados. Por ahora tienen la palabra las autoridades de los gobiernos central y local, que deseen acoger la respetuosa instancia que se hace. Palabra que también dejamos en los habitantes de la comunidad costera que seguramente querrán preservar, para futuras generaciones, la maravilla natural intrínseca a la presencia de la tortuga baula. fpacheco@una.ac.cr |
©Asociacion Para La Proteccion
de la Tortuga Baula y el Desarollo de la Bahia de Tamarindo - info@baulas.org
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